Por Alejandro Mosquera

En la base del análisis de los niveles de Igualdad/desigualdad se encuentra la concentración de la riqueza y los niveles de ingresos. Sin embargo, no se reduce solo a estos conceptos.

El proceso de profundización de la concentración de la riqueza es en paralelo una concentración del poder, una degradación extrema de las democracias, una desigualdad en la apropiación del conocimiento, la cultura y la educación. Y en tiempos de Inteligencia Artificial donde existe una carrera entre las potencias y megacorporaciones por el dominio de la nueva tecnología que acrecienta su capacidad de concentración de poder y de manipulación sobre la humanidad.

La desigualdad se ha profundizado en los niveles de apropiación de los bienes, recursos e ingresos por parte del 1% de la humanidad en desmedro de las grandes mayorías. Solo existe la hiper-riqueza porque existe la pobreza y la extrema pobreza.

Y como parte del mismo devenir del capitalismo realmente existente se concentra el poder. Y solo hay concentración del poder porque hay expropiación de la capacidad decisoria de pueblos y naciones.

Concebir un proyecto de país y de mundo sustentado en la igualdad presupone tanto una interpretación de esta como desentrañar la profundidad de la desigualdad existente.

La igualdad o la justicia social como proyectos de país ha sufrido el ataque sostenido y la caída de los relatos igualitaristas tanto desde las experiencias nacional populares, cristianos, socialistas o comunistas han producido que pierda para las sociedades la idea de un modelo alternativo al capitalismo.

En muchos casos producto de una situación donde la mitad de la población vive situaciones de necesidades básicas insatisfechas, de inseguridad alimentaria o crecimiento del hambre, de falta de vivienda y trabajo, de negación del acceso a la atención sanitaria y los remedios, el combate social y político se concentró en la urgencia de la lucha contra la pobreza. Más allá de la justa causa solidaria, solo concentrarse en la pobreza sin discutir la hiper-riqueza, ni la responsabilidad de quienes saquean la producción y el trabajo del país tanto desde adentro como de afuera genera el ocultamiento y luego la impunidad de los responsables de las catástrofes que se viven.

Una parte importante de la sociedad naturaliza las grandes desigualdades, las concibe dentro del marco de la aceptación del capitalismo como la única forma de organización viable, por ese camino los hipermillonarios y las grandes corporaciones se invisibilizan respecto a la desigualdad existente, y toman su lugar las desigualdades de la vida cotidianas.

Desentrañar las nuevas formas de desigualdad implica discutir y confrontar contra los dueños del país, contra los neocolonialistas, con el capitalismo real que sufrimos.

El mundo desigual

La multiplicidad de crisis que vive el mundo acrecienta la desigualdad creciente desde las décadas del 80/90 del siglo pasado, y se aceleró en el XXI. Además de la creciente concentración en un pequeño grupo de milmillonarios (En 2024, la riqueza conjunta de los milmillonarios se incrementó tres veces más rápido que en 2023. La fortuna de cada milmillonario creció, en promedio, a un ritmo de dos millones de dólares al día y, en el caso de los diez milmillonarios más ricos, a un ritmo de 100 millones de dólares al día -informe El saqueo Continua de Oxfam-)

En 2023, el 1 % más rico de la población del norte global obtuvo 263 000 millones de dólares estadounidenses de los países del sur global a través del sistema financiero; esta cifra equivale a más de 30 millones de dólares cada hora (mismo informe)

Mientras y como correlato necesario de la hiper riqueza la pobreza abarca a mas de 3.500 millones de personas, la pandemia ha dejado marcas duraderas en estas franjas de la población, que son además los más afectadas por el cambio climático y quienes también más sufren los conflictos armados que se multiplicaron.

El avance tecnológico y en particular el desarrollo vertiginoso de la IA que podría ser un instrumento para el avance del conjunto de la humanidad, en el marco del capitalismo actual funciona como un multiplicador de la desigualdad.

El requerimiento de grandes capitales, infraestructura, capital humano capacitado entre otras capacidades producen que su dominio este ligado a unos pocos países y algunas pocas corporaciones internacionales, con lo cual crece la desigualdad entre países y regiones. Las tecnologías y en particular la IA no es neutral, no solo tiene propietarios y ganadores, sino presupone un esquema de reparto de poder en todo el globo.

A la vez el acceso a la misma y la transformación de la educación produce una brecha digital, educativa y de recursos del conocimiento que se transforma en un abismo clasista que no solo testimonia una realidad de desigualdad actual, sino que en su proyección planteo una aberración destructiva de las sociedades tal cual las conocemos.

A la vez la IA en estas condiciones es un instrumento de poder tanto por sus sesgos algorítmicos, por su capacidad de manipulación social como por su utilización para y un achicamiento brusco de las democracias desde la versión la restringida actual hacia regímenes de control masivo.

La democracia expropiada

El proceso de concentración del poder y de la capacidad de manipulación ha profundizado los rasgos de expropiación de la democracia a los pueblos.

Hace décadas que las democracias liberales expresan una desigualdad profunda que desvirtúa su carácter originario de participación popular, en la actualidad la figura que emerge la hace irreconocible. Veamos:

Salvo experiencias de gobiernos populares participativos las democracias han ido enajenando la capacidad decisoria de los pueblos restringiéndolas a formas cada vez más delegativas. No por razones prácticas de que las formas de democracia directa o semidirectas son difíciles de instrumentar en las sociedades de masas, sino para concentrar las decisiones en elites de poder económico, social, comunicacional y en la burocracia electiva.

La etapa neoliberal de la globalización capitalista fue acompañada por la creación de formas de gobierno supranacionales que distanciaron aún más la relación de los ciudadanos de las decisiones de poder. Las decisiones fundamentales para los pueblos cada vez se tomaban más lejos de los pueblos y naciones. La crisis del neoliberalismo aparejo también la del modelo de globalización, y fue en gran parte capitalizada por tendencias de ultraderecha, en el caso de los países poderosos con un sesgo imperialista con nuevas y viejas formas de colonialismo.

La emergencia de China, de los BRICS, de la India, el rechazo de Rusia a la extensión ilimitada de la OTAN, los nuevos procesos independentistas en África, y la persistencia de algunos gobiernos soberanistas en América Latina pese al ataque sostenido de EE. UU., son elementos centrales de la emergencia de un mundo multipolar.

La emergencia de las fuerzas de ultraderecha aún en su diversidad de origen y posiciones es una respuesta autoritaria y violenta que intenta aprovechar la crisis neoliberal para garantizar que la continuidad de un capitalismo que muta, aún en sus elites, pero que mantiene su proceso de concentración de riqueza, poder y conocimiento a toda costa, aún de la propia humanidad. Ejemplo de ellos son el continuo agravamiento del cambio climático por decisiones políticas, los conflictos armados, la carrera armamentista y en especial las amenazas de una guerra atómica.

La desigualdad se expresa también con contundencia en el vaciamiento y destrucción de la democracia. No solo se reduce a la forma de elección en unos pocos días, y de ausencia en el resto. Sino que la misma oferta electoral se reduce a quienes manejan el poder del dinero o del estado o del manejo de los grandes medios de comunicación creando una desigual tan abismal con el resto que vacían aún la reducida democracia.

El gobierno de Milei y sus cómplices avanzaron aún más en ese camino, aprovecharon los efectos de una situación social de creciente pobreza, de gran inflación que además de enflaquecer los ingresos de trabajadores, jubilados y clases medias, provocaban un desorden productivo y en las familias, utilizaron el descredito, la crisis de representación, la defraudación del gobierno presidido por Alberto Fernández, para acelerar el proceso de degradación democrática. Parte central es el desconocimiento del Congreso, formas autoritarias y dictatoriales de gobernar a través de los decretos de necesidad y urgencia, ruptura de los umbrales básicos del consenso democrático argentino.

A pesar de sus diatribas contra el Estado, en la práctica destruye esa parte del estado que permite desarrollar políticas soberanas, de reducción de la desigualdad, pero crece el Estado autoritario, el aparato de control y represión, las bandas paraestatales de trolls y provocadores sustentados con el presupuesto público. El ataque a periodistas y medios de comunicación es parte de una actitud de disciplinamiento como de censura violenta y expresa contra todas las opiniones distintas.

La expropiación de la democracia que está en marcha es una expresión exacerbada de una desigualdad en la distribución del poder a favor de la alianza de las elites concentradas de la economía argentina con el neocolonialismo sobre nuestro país que cuenta con un promotor sin escrúpulos en Milei y comandado desde el Departamento de Estado y el Comando Sur de EE. UU.

Naturalización y aceptación social

Todo régimen desigualitario como lo llama Thomas Piketty desarrolla un discurso y mecanismos institucionales para naturalizar la desigualdad y se puede seguir a lo largo de la historia su desarrollo. En la actualidad la naturalización de la hiper desigualdad por una parte importante de la población muestra el escenario de una batalla cultural, política e ideológica que decidirá el rumbo del país (por supuesto parte de una batalla mundial).

En el país la lucha por la igualdad está ligada a la Justicia Social tanto en una parte de las elites como con mayor importancia en nuestro pueblo. Por eso concentra el fuego la ultraderecha y los colonialistas sobre estas ideas igualitaristas. Allí encuentra sus razones profundas esos ataques contra el Papa Francisco y la doctrina social de la iglesia, contra el peronismo y el kirchnerismo, contra la izquierda, contra los demócratas reales, contra las universidades públicas y sistema científico-tecnológico nacional, contra el feminismo y podríamos continuar ejemplificando.

Hace unas décadas el proyecto igualitarista sufrió una derrota al ya no verse como una alternativa social viable. Se desarrollo la idea de que era una idea justa pero impracticable. De allí se avanzó a que el capitalismo no eso solo una de las formas probables y temporal de organización social, sino que es la triunfante y perenne. Y que la desigualdad brutal que emana de sus entrañas es un efecto natural del desarrollo humano. Una verdadera y profunda crisis de alternativa donde hay una enorme responsabilidad de la catástrofe del socialismo real y de la socialdemocracia y las derrotas políticas e ideológicas de los movimientos nacional populares.

Así se invisibilizaron las grandes desigualdades, los hiper-ricos se escondieron bajo la niebla que impulso estas concepciones de naturalización de la desigualdad. Impunes a la responsabilidad de los dolores que sufre la mayoría, y sobre todo impunes frente a los peligros de revueltas populares o peor aún de alguna intentona revolucionaria.

En un largo proceso de décadas el sistema económico expulso a poblaciones “sobrantes”, y debilito las formas de organización populares. La principal se basó en la división de la clase trabajadora. En el país se expresó con fuerza un sector de esta registrada y la otra en la economía informal, sin derechos laborales ni previsionales, sujetos a la arbitraria patronal o con la ficción “autoexplatadora” de los emprendedores de las clases subalternas.

Los ciclos neoliberales en especial a partir de la década de los 90 con la apertura económica, las privatizaciones y la flexibilización laboral generaron una profunda reestructuración del mercado de trabajo que trajo un crecimiento del desempleo y el subempleo y en los desplazados actividades informales para subsistir. A fines de los 90 el 40% de los trabajadores ocupados eran informales. La crisis del modelo neoliberal en el 2001/2002 elevó el desempleo a niveles catastróficos y en la informalidad trepó al 50%.

Los gobiernos del periodo Kirchnerista con el crecimiento económico, la recuperación del aparato productivo y las políticas de impulso a la incorporación de trabajadores al sistema formal, la informalidad bajo al 33% aproximadamente. Gobierno de Mauricio Macri, pandemia y gobierno de Milei la informalidad se ubica en el 45%.

A este análisis hay que acompañar que la evolución de la cantidad de empleadores y de trabajadores/as durante el primer año de gestión de Javier Milei significó la perdida de 12.986 empresas empleadoras (CEPA. Centro de Economía Política Pública Argentina). En el mismo informe señala que respecto a la Evolución de la cantidad de trabajadores. Período: noviembre 2023 – enero 202 hay 187.831 trabajadores registrados menos.

La fractura en la clase trabajadora impulso una desigualdad visible que fue expresándose también política y culturalmente. Un universo de trabajadores con derechos menguados y otros sin derechos. A ello hay que sumarle que una visión burocrática y colaboracionista de la CGT en vez de dar la batalla contra la división que planteaba el sistema se refugió en representar solo a los registrados lo cual ahondó la visibilidad de la desigualdad y la crisis de representatividad también afecta profundamente a los sindicatos.

La invisibilidad del sistema capitalista realmente existente en el país y de las grandes corporaciones en la responsabilidad de lo que sucedió y sucede en Argentina, ligado a la preminencia de la visibilidad de las diferencias económicas, sociales y de derechos en los sectores populares son parte de las condiciones tanto de la naturalización de las desigualdades entre el 1% más poderoso y nuestro pueblo con su diversidad y pluralidad.

Y sin embargo se mueve

Parte esencial de nuestra propuesta y tesis es no entender la desigualdad exclusivamente como económica y social, sino como una relación que explica el funcionamiento de la sociedad, desigualdad económica, social, educativa, digital, en la seguridad, en la salud, desigualdad en el poder son parte de una sola realidad.

Hay que develar las causas de la desigualdad, mostrar el saqueo a que están sometidos los que producen y reproducen el país. Recrear el proyecto igualitario como alternativa social y revivir una estrategia que reniegue de mirar la realidad por el ojo de la cerradura del tacticismo destructivo de dividir lo que tiene que estar unido.  

En cada resistencia pequeña o grande, en cada grupo que se encuentra y cuestiona el orden existente, en cada lucha contra la censura y los derechos, en una canción que no se rinde, en cada científico que sigue trabajando por el país que viene a pesar de los que quieren destruir el sistema científico-tecnológico, en cada lucha por la soberanía, en tantos encuentros esta la semilla del proyecto igualitario.