La destrucción sistemática del aparato productivo, la dependencia económica agudizada, el empobrecimiento de los trabajadores y los sectores medios, la utilización del Estado para los negocios privados y el quiebre de las instituciones representan los efectos más evidentes del nuevo intento del neoliberalismo para acabar con las posibilidades de construir un país independiente y con mayor equidad.

Pero para la ultraderecha gobernante falta un aspecto decisivo: eliminar los vestigios de democracia que perduran y sofocar la libertad de expresión. Y el símbolo elegido es Cristina Fernández de Kirchner, que sintetiza el odio de los poderosos y su necesidad de terminar con todo tipo de oposición.

La demonizaron durante dos décadas, enfermaron a su hija, destruyeron su casa en un allanamiento, apedrearon su despacho e intentaron asesinarla. Ahora eligieron la prisión para intentar anularla políticamente, como parte de un proceso basado en la extinción del estado de derecho, la liquidación de la soberanía popular y la destrucción de la democracia.

Desde el Instituto de Estudios y Formación para la Igualdad (IEFI) condenamos este intento de proscripción por parte de un poder judicial que ha demostrado reiteradamente su sumisión al poder económico concentrado.

Asimismo, creemos que la lucha contra esta medida producto de un juicio viciado de principio a fin debe encontrar a todas las organizaciones del pueblo unidas y coordinadas para enfrentar con un solo puño a quienes pretenden un país para pocos.