Desde mediados del Siglo XX la producción social de la vivienda se ha ido instalando en la cultura de la producción arquitectónica , posicionando al tema que dará identidad al período contemporáneo- cualquiera sea el nombre con el cual la historia decida identificarlo : a diferencia de otros periodos de la historia, en los cuales los monumentos, lugares de culto, funerarios, edificios institucionales o grandes equipamientos para infraestructuras (torres, pirámides, catedrales, terminales ferroviarias, etc) dejaron su impronta física o documental para mejor (¿) interpretar el período en el cual fueron montados/construidos, será la vivienda de los hombres, la producción cultural que mejor expresará el avance de la civilización humana.
Aunque los contenidos de los programas que dieron sustento a la reflexión y producción urbano arquitectónica del tema se fueron enriqueciendo en relación directa con las valiosas experiencias que marcaron los distintos periodos y en las distintas latitudes, los últimos 50 años, las soluciones habitacionales fueron redefinidas a través de un concepto que tuvo su origen en los estudios antropológicos y zoológicos, pero que rápidamente se instaló como el concepto adecuado al tratamiento de las soluciones de los sitios que deberán cumplir con las condiciones de protección, infraestructura, trabajo, servicios en condiciones ambientales ( aire, luz, agua, suelo etc) que mejor se adecuen a las necesidades humanas : HABITAT
Contemporáneas con las experiencias de otras culturas, en nuestro país- especialmente a partir de la segunda postguerra – la producción social del hábitat ha sido el eje de las políticas públicas, y aun durante los nefastos períodos durante los cuales la Justicia -y en especial, la Justicia Social- se vio interrumpida, la construcción de viviendas no dejaba de ser motivo de consideración social, política y cultural : en mayor o menor cantidad, en mejor o peores condiciones ambientales y/o de localización, o basados en mejores o peores proyectos y financiamientos, la producción de la vivienda social en el contexto del hábitat ha sido el tema de reflexión académica, de consideración política/económica y como producción cultural trascendente, acorde al “espíritu del siglo”, y en total apego a los derechos universales que continúan vigentes en toda sociedad civilizada.
Sin embargo, el deterioro sufrido los últimos años (el criminal endeudamiento, la corrupción implícita-y en muchos casos explicita- en los periodos de administraciones públicas neo liberales y los efectos colaterales que encadenaron los leves e imperfectos intentos de recuperación durante los recientes periodos de administraciones de raigambre nacional y popular) han sufrido el mayor deterioro inimaginable, a partir del advenimiento del llamado anarco liberalismo : la reciente eliminación del Ministerio del Hábitat de la Nación por parte del P.E. Nacional, no hizo más que dar forma simbólica a la decisión de eliminar a la Justicia Social de la agenda pública argentina
Con un déficit habitacional que – se presume ya que ni siquiera se sostiene un registro acabado de tal- alcanza dimensiones sin precedentes, la paralización de más de 100.000 viviendas en ejecución, la eliminación de programas que permitirían nuevas operatorias y la falta de organismos gubernamentales de planificación urbana y territorial la criminal decisión representa un perjuicio irreparable para el crecimiento, el desarrollo sostenible de nuestro país y peor aún, la de generar un estado inadmisible de inseguridad social y deterioro de la salud, la educación y el trabajo de los sectores más postergados de nuestra sociedad: a la reaccionaria decisión se suma la pérdida de numerosos puestos de trabajo, tanto directos como indirectos, debido al fuerte impacto dinamizador que la construcción tiene en la economía y el sector productivo. Asimismo la eliminación de programas de vivienda como el Procrear, Casa Propia y el Fonavi, entre otros, y la desarticulación con las organizaciones populares de los productores del hábitat de la economía social y solidaria, tendrán consecuencias inmediatas y a largo plazo, ya que la demencial decisión, afecta la efectiva producción social del hábitat y agrava, sin diagnóstico posible de imaginar, la degradación de las ciudades.
En este contexto, las Organizaciones del Pueblo volverán a enfrentar una nueva etapa de Resistencia, y mientras se vayan reconstruyendo los caminos conducentes a la recuperación del control político de la agenda pública- hoy de efervescente actualidad-, deberán fortalecerse aquellas instituciones capaces de sobreponerse a esta nueva etapa del debacle al cual hemos llegado, recuperando aquellos valores y principios que dieron soporte ideológico a la principal temática de la civilización contemporánea , tal como lo continúan desarrollando aquellos países de la región y del mundo- que aun con contradicciones- mantienen su aporte en la producción social del hábitat, como causa principal y razón de su existencia.
En este nuevo -y crítico- contexto, el IEFI podrá continuar aportando tanto en la reflexión sobre nuevas alternativas que podrán recuperar el tiempo perdido /retrocedido, como en el aporte de nuevas soluciones políticas a través de promover una nueva etapa de convocatoria a aquellas organizaciones compañeras de ruta en el nuevo proceso solidario de resistencia iniciado