Las últimas décadas han evidenciado una agudización de la concentración
económica en el mundo. Si bien los avances tecnológicos han permitido que gran parte
de la humanidad disfrute de mejoras en la comunicación, los transportes y el bienestar
general, también es cierto que los dueños de las empresas de esta área han reunido
ganancias fabulosas que les permiten ostentar posiciones dominantes en casi todos los
terrenos de la economía y las finanzas.
Este desequilibrio gigantesco se evidencia en cifras: el 1% más rico duplica los
recursos de casi 7.000 millones de personas. La pobreza y el hambre abarcan enormes
territorios del planeta, y la explotación laboral, la falta de viviendas dignas, las
carencias en la educación y las múltiples formas de discriminación configuran la
realidad de la mayoría de la humanidad.
Sin embargo, en los últimos años asistimos a un proceso de resistencia a ese
destino catastrófico para la mayoría. Un grupo de países- que crece constantemente –
conformó los BRICS, una asociación de intercambio comercial y financiero sostenida en
el beneficio mutuo, característica fundamental del Asociativismo.
Nuestro país se destaca por una nutrida red de asociaciones civiles sin fines de
lucro: sociedades de fomento, clubes deportivos y sociales, mutuales, cooperadoras
escolares, centros culturales, organizaciones no gubernamentales, etc. En todos los
casos el eje asociativo es el interés común y la ayuda recíproca entre los asociados, y
generalmente se desenvuelven económicamente a partir de las cuotas sociales. Las
asociaciones fortalecen el tejido social y alimentan la solidaridad colectiva.
También Argentina se caracteriza por una fuerte presencia del Cooperativismo,
que abarca a miles de entidades basadas en el esfuerzo propio y la ayuda mutua, y
dedicadas a resolver necesidades diversas de sus asociados. Se trata de empresas
económico-sociales que generan bienes y servicios, y abarcan prácticamente todas las
actividades. Tienen como centro a las personas, independientemente de su condición
económica, y su funcionamiento democrático está basado en el principio de “un
miembro, un voto”. La práctica de los principios cooperativos va combinada con la
eficiencia empresarial.
Las cooperativas suelen integrarse entre sí o con empresas privadas clásicas
para cumplir con objetivos más importantes. Los Consorcios de Exportación son un
ejemplo de integración, y facilitan la comercialización internacional de los bienes
generados por las cooperativas.
Además de la práctica de los principios cooperativos básicos, las empresas
económico-sociales procuran consolidar la eficiencia en el manejo empresarial,
indispensable para el logro de los objetivos societarios.

Se estima que alrededor del 12% de la humanidad está vinculado al
cooperativismo, y las 300 cooperativas más importantes generan anualmente 2,4
billones de dólares. Esta realidad permite avizorar un horizonte que alimenta
expectativas frente al preocupante panorama actual en el mundo.
Tanto las cooperativas como las diversas asociaciones trabajan por la igualdad y
la justicia, valores que se desdibujan frecuentemente en el capitalismo, fuente
permanente de inequidades, guerras y fragmentación social.